Con todo el tema de la globalización, las festividades y tradiciones de los distintos países del mundo tienden a mezclarse, y más en España que nos apuntamos a celebrar lo que sea.
La leyenda o la tradición de los huevos de Pascua habla de un conejo que quedó encerrado en el sepulcro de Jesucristo, y vió como la gente entraba y lloraba por su muerte. Cuando Jesús resucitó, el conejo consideró que tenía que avisar a todo el mundo y como no podía hablar, se dedicó a dejar por todas las casas huevos pintados de colores muy vivos como aviso de que algo maravilloso y alegre había ocurrido.
La tradición, como todas ha sido modificada con el tiempo. En los Países Bajos se supone que los huevos caen de las campanas cuando repican el Domingo de Resurrección, y el Conejo de Pascua se dedica a esconderlos por las casas. Los niños se dedican a buscar huevos pintados, huevos de chocolate y huevos de cartón que llevan dentro alguna sorpresa y los meten en unos cestitos que han hecho las semanas anteriores en el colegio.
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