Por fin conseguimos hacer la visita de cada verano a Aquopolis. Estábamos de lo más sincronizados y los tres coches llegamos justo a la misma hora. En la taquilla estuvimos unos quince minutos sacando todos los descuentos disponibles para ver qué nos salía más barato, y cuando la chica de la taquilla pensaba que ya se libraba de nosotros, hicimos el último intento para un último descuento ¿¿el carnet de la ciudad de las ciencias también tiene descuentos?? y la chica con cara de malas pulgas contestó, evidentemente, que ¡¡nooooo!!
Como habíamos quedado tan tarde, ya no encontramos mesas libres y tuvimos que ir a las únicas tumbonas sin gente de todo el parque. Un consejo para esta excursión es entrar a primera hora, así se encuentra sitio en las mesas de madera de la zona del lago aventura, después de comer los mayores se pueden quedar de tertulia, mientras los chavales se van a tirarse por los toboganes del lago aventura.
Si se entra pronto, vale la pena ir primero a los rápidos que es la atracción que tiene más cola, nosotros estuvimos esperando 25 minutos y por fin los chavales pudieron disfrutar lanzándose a toda velocidad por los toboganes de agua. Después a los perezosos, ninguno se achicó y se lanzaron por el tobogán azul a toda pastilla, la risa que daba verles caer a la piscina, alguno cayó de espaldas.
Luego a comer los bocatas, con agua fresquita para los niños, y cervecita para los padres. A reponer las cremas y, antes de empezar la digestión, corriendo al Charco a disfrutar del espacio para los más peques, aquí los mayores corrían en libertad esperando que el cubo gigante se llenara de agua para tirarse por la serpiente azul.
Después fuimos a por donuts para tirarnos por el Niágara ¡¡no vale hacer tapón!! pero es que había veces que era imposible. Y después un rato en el lago de la aventura, pasando una a una todas las pruebas que les ponían, a estos chicos no hay prueba que se les resista. Otra vez ronda completa, a toda velocidad por los rápidos y después a estamparse en los perezosos.
Dos padres intrépidos convencieron a otro no tan aventurero y se decidieron a lanzarse por el peligrosísimo Himalaya. Lo mejor, las conversaciones de orgullo que tenían los chiquillos ¡¡mira es tu padre!! ¡¡mi padre ha volado!! ¡¡pues el mío ha sido el más rápido!! ¡¡el mío casi sale lanzado por los aires!!
Luego al agujero negro y veloz con los donuts, y por fin a relajarse a las olas... pero ¿dónde están las olas? Un padre reivindicativo movilizó a todos los que esperaban las olas impacientes y medio Aquopolis gritaba, chapoteaba, hacía olas, silbaba, daba palmas... hasta que convencimos a gritos a los vigilantes y ¡¡pusieron las olas!! pero ¡¡vaya rollo esto de las olas!! nosotros nos fuimos.
Después a merendar y a casa que cierran el parque y estos señores querrán descansar.
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